
Bienvenidas/os de nuevo al blog de Pelúdibus, en el artículo de hoy os contaré una experiencia con la que aprenderemos la importancia que tiene que el aprendizaje que haga nuestro perro sea realizado con asociaciones y experiencias positivas. Es muy importante conocer bien a nuestro perro y saber cómo es su forma de ser y cómo puede reaccionar.
Viajamos temporalmente al año 2014, cuando Duna tenía 3 meses y yo entraba en la adolescencia, una tarde aparentemente tranquila tuve una idea que, cuando la llevé a cabo, jamás olvidaré las consecuencias que tuvo y que si pudiera volver atrás haría de una forma totalmente diferente; la vida al igual que la madurez, nos enseña que no se puede retroceder en el tiempo y cambiar lo vivido, pero sí se puede aprender de las experiencias ya sean negativas como positivas.
Todo comenzó una tarde en la que aparentemente se respiraba tranquilidad y mi perra se encontraba relajada y tranquila, yo que en ese momento estaba pensativa tuve la idea de que quizás sería bueno darle un baño, la idea no era mala pero sí la forma en que procedí. Yo en que en ese momento quise hacerlo con buena intención no sabía las consecuencias que podría tener para mi perra, la trasladé y puse un poco de agua en el fondo de la bañera, lo cual no es del todo malo, el problema vino cuando mi perra manifestó signos de miedo, estrés y nerviosismo ante los acontecimientos que se estaban dando y yo no paré.
Duna, asustada, trataba de escapar mientras yo la mojaba con la ducha y la enjabonaba a continuación, traté de calmarla reiteradas veces cuando el procedimiento a seguir habría sido finalizar el baño al notar los signos.
A consecuencia de este traumático suceso, Duna desarrolló miedo a recibir baños y cada vez, que veía que cogíamos la toalla, trataba de esconderse. Ante esa circunstancia era muy difícil bañarla y si lo lográbamos no disfrutaba la experiencia por lo que comenzamos a llevarla a una peluquería canina que con cariño y dedicación consiguió que cambiará por completo y pasado un período de tiempo empezó a disfrutar también de los baños que le dábamos en casa.
A continuación, voy a compartir mis conclusiones y una breve reflexión para que podáis evitar pasar por esta experiencia.
CONCLUSIONES
Mi conclusión es sencilla de entender, parte de la premisa de que cuando tenemos un cachorrito, todo debe parecer un juego al principio y le debe resultar divertido, por tanto en ese momento debí plantearle el baño como algo agradable de experimentar y descubrir. Esto habría sido posible si se lo hubiese presentado como un juego y hubiese utilizado también refuerzo positivo cuando manifestase tranquilidad y/o curiosidad por el proceso.
En el caso de perros adultos y senior, es diferente ya que probablemente ya hayan vivido experiencias anteriormente y haya que valorar una serie de parámetros para saber cual es la mejor forma de proceder.
Otra conclusión que extraigo es, que siempre que nuestro perro nos indique que la experiencia que le estamos proponiendo o la actividad que realiza, le produce miedo, ansiedad o estrés, debemos ayudarle a gestionarla y en los casos más graves, darla por finalizada.
REFLEXIÓN
Ahora llega el momento de pararse a reflexionar, en este caso como propietaria y es que, ante esa circunstancia, me hubiera gustado abordar la situación de una forma diferente ya que no contaba con las herramientas necesarias y trataría de lograr que el estado emocional de mi perra fuera óptimo y estuviera preparada para vivir una experiencia nueva.